Hace diez años durante la época navideña, tuve una epifanía; más bien una visión.
Sentado en la sala de mi casa con el frío cobijándome y las luces del árbol pintándome la cara pude ver el futuro: me dí cuenta que siempre estaría solo. No ese tipo de soledad completa y asfixiante, la otra, la que es como un fantasma; la que sientes de repente y miras hacia atras y atrás es el vacío y cuando regresas la vista hacia enfrente encuentras un abismo todavía más grande y te preguntas si será buena idea aventarte a él. De ese tipo de soledad.
Ya pasaron diez años desde esa visión y me encuentro con que ese futuro es ya el presente. Lo que ví se cumple y se vuelve a cumplir cada día de mi vida y no me quejo, es el destino, por lo menos tuvo la decencia de avisarme. Lo chistoso es la fecha que escogió para recordármelo de nuevo: el Día de la Raza.
Otro día festivo (al menos para otros) donde me doy cuenta de lo que no quiero ver y pasan todas esas cosas que no hice frente a mi, como película muda, como exposición escolar mal hecha. Y no es que no haya habido nadie en mi vida, la cosa es que han habido muchos nadies. Ese es el problema. Trato de encontrar un significado a esta coincidencia y por algunos momentos me pongo en el lugar del Cristóbal Colón, cuando viajó por primera vez por el Océano Atlántico. De seguro ese cabrón sin saber donde estaba exactamente pasó cerca de un montón de islas y nunca lo supo. A lo mejor llegó a una isla desierta pero sabía que no era lo que estaba buscando y siguió con su camino. ¿Pero cómo lo supo? ¿Dónde se encuentra la certeza?
Si yo soy un barco y el mar es el viaje de mi vida, ¿por cuántas islas he pasado muy muy cerca pero no me he dado cuenta? ¿cuántas han estado justo en mis narices pero la neblina me ha impedido verlas? ¿cómo sé si esa isla en la que he desembarcado es mi destino? A lo mejor sólo soy un iceberg torpe que nomás puede chocar contra lo que está cerca. A lo mejor solamente una isla más con delirios de grandeza… una isla más con delirios de grandeza.
Sólo me queda preguntarme que día festivo escogerá el pinche destino la próxima vez que se vuelva a burlar de mi en la cara.
Aclaración: Como dice el nombre del post, es un relato; no les estoy contando mi vida textualmente.