Se entiende la existencia de gente que gusta de encuerarse y salir a quemarse la cola con el solazo tropical, se entiende hasta cierto punto esa conducta. Pero es más difícil encontrarle sentido a encuerarse para jugar boleybol o ajedrez o leer un libro de Harry Potter.
Está chido si te gusta leer encuerado, si te gusta ver el futbol en calzones o hacer pulpo a la diabla con las tetas de fuera, pero a mí no deja de parecerme poco práctica la idea de vivir en un mundo de encuerados.
De entrada los cambios climáticos. Me imagino por las mañanas en bolas esperando un microbus que me llevará al trabajo. Mis partes nobles azules de congeladas, los dedos de los pies tiezos de frío. A las doce del día las calles se tornan en comales, el sol me quema la espalda y si me siento en una banca pública ésta me quema las nalgas.
Esos como sea son los pormenores, lo álgido del asunto está en la higiene. Me imagino poniendo mis lindas nalgas en el asiento del metro donde hace unos minutos se sentó un fulano que no se lava la cola. Pensemos ahora en la novia de «El Vergas» posando su cálida sexualidad en un sucio asiento de microbus Tlanepantla-Barranca del muerto.
Mirémonos caminando en calles con caca canina y humana, con meados de niño cagón y vómito de borracho tresmañanero. Con masita de origen desconocido entre los dedos de los pies y cascaritas de pistache clavándose en los talones.
Prefiero seguir vestido y que la desnudez sea pa momentos de pasión.
Sí, ya regresé.
Wico chinga tu madre si le mueves a este post.
Es más
que chingue a su madre el que le mueva a este post