Tirado en el sofá, nomás alcanzaba a ver los foquines del árbol que relampagueaban en mal plan para no dejarme dormir; pero qué hueva desconectar el árbol, qué hueva! Pinches lucecitas chinas.
Mejor cerré los ojos y me puse los audífonos, pero me aburrió la música y los puse a un lado. Qué hueva! Pinches audífonos chinos.
Salí a la calle para quitarme la hueva y luego vi a un niño jugando a no sé qué, con un juguetito chino. Qué hueva! Pinches juguetitos chinos.
Ya era medio tarde, el sol se había ocultado tiempo atrás, miré la hora en mi reloj. Qué hueva! Pinche relojito chino.
Caminé, corrí, subí, bajé y a dondequiera que fui la escena se repitió. Qué hueva! Pinches productos chinos.
Lo más cagado fue pensar que estaba soñando y notar que no fue así y saberme rodeado de miles de baratijas por doquier. Qué hueva! Pinches cochinaditas chinas.
¿le seguimos o nos echamos la mano acá?