El bloguero EVILEDO nos comparte una fina anécdota, que posiblemente debido a su contenido escatológico fue a parar a la carpeta de correos no deseados. Afortunadamente fue rescatada intégramente y aquí esta:
En el trabajo hay tiempo para todo…hasta para cagar. (Perdón por la finura, pero no hay otra manera de decirlo….no hay que tenerle miedo a las palabras).
Resulta que entré al baño y…no entraré tambien en detalles, pero estaba yo muy tranquilo, sentadito, resolvieron los dilemas que me presenta la vida y recordando algunos bueno momentos de épocas pasadas cuando de repenté… Â¡ADIOS A LA LUZ!
Primero pensé que era un problema técnico. Digo, todo jale tiene derecho a problemas técnicos. Esperé. Mis pensamientos se evaporaron y no podía concentrarme en nada…nada.
Decidi «cortar por lo sano» y dar por terminada mi tarea ahí. Así, a oscuras….reprochandome que hay tareas en las que la oscuridad es un
elemento extra que ayuda, pero que en ésta especificamente, no ayuda
mucho… y no porque no sepa donde esta cada cosa, ni mucho menos,
pero es incomodo pues.
El caso es que en cuanto abro la puerta de mi «cubil»…HAGASE LA
LUZ!. Pinche coincidencia, pensé…¡Pues no! Resulta que como esa madre funciona con sensores de moviemiento, si tu proceso, digamos «evacuativo» se tarda más de lo que ELLOS consideran necesario, se apaga la luz…asi de webos, asi nomas.
Que cabrones, pensé. Y me regresé al proceso aplaudiendo y cagando pa no hacer oscuridad.
Qe cosa pasan ¿no?