Un poco de historia para comenzar:
Un día, en mi tierna infancia,  descubrí que era diferente al resto de los niños y me sentí mal. No sabía bien a bien lo que me hacía diferente, pero si estaba bien claro como lo percibían los demás niños. â??Miren, ahí viene el jotoâ? â??decían mis compañeros de quinto grado  cuando en el patio de recreo se aparecía el típico niño gay amanerado, ese que le gustaba más jugar con las niñas a la comidita o a chismear con ellas que a jugar â??cosas de hombresâ?. Yo, como todos los niños, me unía al coro de burlas y frases hirientes y hasta obscenas con que nos  hacíamos burla del pobre niño aquel. Algunos no sabíamos el significado de frases como â??muerde almohadasâ? o â??sopla nucasâ?, pero si entendíamos bien que ser â??putoâ? era lo peor que le podría ser alguien, ya que eso automáticamente lo descalificaba como â??igualâ? y lo ponía en la categoría de los â??rarosâ?, esos que no son como uno â?¦
Por eso era mejor aparentar ser â??normalâ? ante los demás y guardar muy bien lo que uno es bajo el disfraz de la intolerancia. Yo, he de confesar, en esa época me volví sumamente hiriente, mordaz y â??rete hijo de la chingadaâ? [sic] (cómo me decían mis compañeros de salón)  con el pobre niño aquel. Me volví su peor pesadilla hasta el punto que en varias ocasiones mi mama fue citada para conocer mi comportamiento. Recuerdo bien que por lo que me castigaron o regañaron no fue por la intolerancia y violencia verbal con la que atacaba al niño, sino â?¦ ¡por grosero! â??Qué bienâ? â??me repetía mi incipiente conciencia- â??así, siendo malo, nadie me podrá descubrir, nadie pondrá en duda que â??soy hombreâ? y â?¦ por otro lado me da una coartada para que nadie sospeche de miâ?. Y así fue, hasta que el destino me pagó mi proceder de una manera irónica. Me enamore del niño aquel y con el comenzó mi calvario de llevar una doble vida tratando de conciliar la urgente necesidad de explorar y conocer más de mi sexualidad y por otro, el miedo aterrador de ser descubierto y ser tachado de â??putoâ?.
En la secundaría cometí un error y mi condición homosexual fue descubierta y conocida por mis padres. Mi mundo de apariencias cayó y mis temores más grandes se hicieron realidad. Mis papas, ante lo evidente de mi condición, trataron de â??ayudarmeâ? a regresar al â??buen caminoâ? y me mandaron lejos de Monterrey y de mi primer amor para aterrizar en el Distrito Federal en una escuela militarizada, donde tendría que â??volverme otra vezâ? hombre.
Nunca cambié y ese tiempo lejos de mis papas, de mi amigo y de todo lo que me era familiar, en lugar de convertirme en macho, me reafirmó mi condición homosexual y finalmente, después de mucha negación y auto represión, me acepté como soy. Si, soy gay â?¦ y ya. Ni más ni menos que nadie, ni incompleto o enfermo.
Desde ese momento crucial de decisión hasta ahora que vivo felizmente con mi pareja, nunca he negado mi condición sexual, pero de igual manera tampoco la voy poniendo delante de mi como si fuera pieza de exposición y aunque ocasionalmente me salé la jotería cuando (por ejemplo) he escrito en este blog, no es con el propósito de provocar reacciones (a favor o en contra) en los que leen lo que escribo; simplemente es un recurso que me gusta utilizar para reforzar mis ideas y â?¦ ¿a poco no se es divertido?
Sin embargo, no soy un estereotipo. Es decir, no soy un activista radical de los derechos homosexuales, de esas comadres y compadres que desean que a la voz de â??ya!â? todo el mundo acepte  (y recalco el termino: â??acepteâ?) las diversas expresiones de la homosexualidad nomás porque asumen que TODO el mundo es un gay reprimido â?¦ o al menos, bisexual.
Tampoco soy de esos ferreos hombres que van por la vida como sementales en busca del eterno acostón con la primera mujer que les pase enfrente; pero que con 3 copas encima, se desinhiben para al otro día amanecer horrorizados  abrazados a otro hombre y jurando que â??todo fue culpa del alcoholâ?.
Menos aun soy de los que han decidió vivir una mentira y negando su propia condición sexual, han decidió satisfacer sus deseos reprimidos con victimas inocentes como son los niños o adolescentes.
No soy un pene con pies ni tampoco un obseso que nomás anda buscando con quién hacer â??esoâ?.
Simplemente, soy un ser humano como tu, como los demás y ¿sabes? Sobre todas las cosas, lo que nos identifica a ti y a mi no es con quién nos acostamos; sino lo que pensamos y compartimos todos aquí, en este espacio.
Ahora, el presente.
Esto que has leído, es mi primera colaboración directa en Blog.com.mx; espacio que me ha dado una distinción inmerecida al permitirme formar parte de su distinguido grupo de colaboradores. Gracias a todos en el staff de Blog.com.mx por esta oportunidad.
Besitos!