Muchos años buscando la golosina perfecta.
Ahora sé que existe….
Vero Piña. Es la neta. Lo que siempre busqué.
happy blog day
¿Qué show?
¿No es hoy el aniversario de blog?
¿Dónde anda Diego?
Como no ha posteado al respecto, pues me pongo en papel de maestro de ceremonias mientras esperamos (a ver si viene) al anfitrión.
Sale
Feliz cumpleaños blog.
¬¬
Ondea en el viento
Esta ciudad es conocida por sus vientos. Las más de las tardes una, a veces suave, a veces furiosa brisa, sopla desde el bosque llevándose consigo nuestros pesares, nuestro mal humor e incluso nuestras ideas.
Allá, a lo lejos puede mirarse cómo ondea la bandera con el viento, que la hace verse majestuosa, magnífica. No es una bandera distinta a muchas otras de las capitales en otros estados. Lo que la hace diferente es precisamente que por las tardes ondea orgullosa, como mostrando que no todo está perdido acá, en este jodido país.
Ahora esperamos atentos el voto de México en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el conflicto iraquí. Esperemos que la postura de nuestro país y la decisión tomada no muestren signos de presión externa que afecten nuestra soberanía, para que así pueda seguir ondeando orgullosa esa bandera allá en lo alto de la ciudad. De lo contrario, sería bueno bajarla, no tendría razón de estar ahí.
7 razones por las que Sam’s Club apesta!
1. Te cobran para entrar! El colmo del descaro, que debas ser miembro para poder comprar. No son sólo los 300 y tantos pesos que te cobran por año, sino que al hacerte miembro automáticamente te fichan. Saben dónde vives, cómo te llamas, cuántas veces al año compras en su tienda y con qué marca de papel te limpias el culo! ¿quieren datos para sacar estadísticas? Que paguen por ellos! ¿Por qué debe ser el cliente quien paga para ser vigilado?
2. Pobre variedad de productos. O tienen Corn Pops o tienen Trix, pero no tienen Trix y Corn Pops. O tienen yogur de fresa o tienen yogur de piña, pero no tienen yogur de fresa y de piña. Impensable pedir de fresa con coco y durazno con cereales. Pocas marcas, pocos productos (mucha basura de importación y de dudosa calidad).
– Ey, a mi perro le gustan las croquetas con soya, dice que así siente vivo el intestino.
– Sólo tenemos con pollo.
– Pero esta marca no le gusta, dice que sabe feo.
– Sólo tenemos esa marca.
– Pero le gustan en forma de bolita.
– Sólo tenemos de huesito.
3. No puedes comprar la cantidad que se te antoja. No comprenden que mi dieta indica que el cereal que como a la semana debe por fuerza constar de 30% de Corn Pops y 70% de Trix.
– Errr… joven… ¿no tendrá Corn Pops de 500 gramos?
– Sólo tenemos de 2 kilos.
– Mhhh… es mucho para mí, vivo solo con mi perico y pues mi perico «nomás» come semillas de calabaza. Si compro los dos kilos perderán su frescura.
– Sólo tenemos de dos kilos.
– Oiga… además necesito cinco chilindrinas y una concha de vainilla.
– Sólo tenemos paquetes de seis conchas de vainilla.
– Pero yo quiero una…
– También tenemos de doce.
– La concha es para mi abuela que ha venido de visita y no puede comerse seis.
– Le sugiero que todos coman conchas.
– Pero yo quiero chilindrina….
4. El pan es una porquería. Preferible mil veces comer Pan Bimbo (que ya de por sí es un asco) a comer pan de Sam’s. Basura. Basura!
5. No te dan bolsas y si quieres una te la cobran! Ni en la tiendita de la esquina me cobran las bolsas! Ni en la tiendita de la esquina! Que no mamen!!!!!
6. Te revisan la mercancía al salir. Cualquiera con un poco de sentido común (y un poco de dignidad) tomaría esto como una ofensa! Mira que revisarme la mercancía… es como decirme que puedo llevar cosas que no he pagado! O sea, que soy un ladrón!!! A la mierda!!!!
7. Es peligroso caminar por sus pasillos. Con refrigeradores y televisores de 32 pulgadas a 5 metros sobre las cabezas de los clientes, siempre se corre el riesgo de entran de pie y salir de pies… por delante.
Sí, Sam’s Club Apesta. Di no a Sam’s Club.
garantía inválida si desprende
La mañana sonaba a tedio. Algo de física seguramente, química, ética o matemáticas. Alguien tuvo una excelente idea y partimos todos (los de siempre) en busca del tan preciado líquido amarillo que frío sabe mejor. Eran tiempos de matar clases, de olvidarnos de nuestras responsabilidades, de vivir la vida plenamente. Eran tiempos de hacer vaquitas para comprar las cervezas, tiempos de amistad, de camaradería.
No recuerdo quiénes ibamos exactamente, sólo que yo iba en la nave de rafa. Llegamos a un lugar recomendado por no sé quién, donde entonces sólo había nopales y magueyes (hoy está repleto de casas, le llaman Campestre Villas del ílamo, o algo así). Una cerveza tras otra, otra y una más. Guns ‘n Roses amenizaba entremezclado con Bronco (no me da pena, esos cassettes no eran míos), Queen (que no recuerdo bien el porqué de su revival), Pearl Jam, Cuca, La Lupita.
Poco a poco pasó el tiempo y como buenos estudiantes debimos dirigirnos a nuestros hogares pues la hora de la salida se acercaba. Partimos en diferentes direcciones y rafa, como su costumbre era, no quiso llevarnos a nuestros destinos. Terminé cerca de la presidencia municipal. Caminé hacia el reloj y luego por Guerrero pensando en llegar a Plaza Juárez para tomar ahí un taxi.
Víctima de mis riñones, víctima de las diuréticas Coronitas, comencé a sentir unas deseperadas ganas de orinar mientras caminaba sobre la avenida. Es curioso, entre más rápido caminaba más necesidad sentía de orinar y más rápido caminaba (y más necesidad sentía, etc.). Sólo tenía en mente llegar a Plaza Juárez y tomar un taxi urgente!!! (para aclarar: en aquel tiempo se prohibía el paso de los taxis a Avenida Guerrero).
Víctima de la hora pico, de la hora de la comida, me ví ya en Plaza Juárez entre cien personas queriendo abordar el mismo taxi que yo. Haciendo la parada, esperando interminables minutos. Recibiendo negativas de los taxistas -ya voy a entregar, acostumbran explicar. Por fin uno se apiadó. Mientras avanzaba, con cada pequeño bache, con cada frenada, con cada cambio de velocidad, yo sentía como no soportaba más. Estuve a punto de orinar el asiento, lo juro. Buena suerte la mía.. en ese tiempo no había un solo semáforo hasta llegar a mi hogar.
Hacía la derecha, por favor. Incluso mi voz sonaba quebrantada, hacia arriba, por aquella calle. Al llegar sólo atiné a bajar y decir: permítame, ahora le pagan. Entré corriendo a la casa y dije a mi hermana: paga el taxi por favor. Ahhhhh… qué sensación de felicidad.
Desde entonces acostumbro, después de tomar más de cinco cervezas, eliminar los excedentes antes de cubrir trayectos difíciles.
Salud.
Tomado de acá, con mi permiso.
=P