En los EUA, el 17 de enero de 1920 la Enmienda 18 entró en vigencia y legalmente se puso fin a la importación, exportación, fraccionamiento, trasporte, venta o elaboración de toda bebida alcohólica. La denominada Ley de Prohibición Nacional, que se conoció en la jerga popular como Prohibición o Ley Volstead (por el diputado abstencionista de Minnessota Andrew Volstead, su principal promotor) tendra como efecto de sus trece años de duración, un espectacular auge de los grupos mafiosos ligados al comercio clandestino del licor, lo cual motivará numerosas polémicas mientras se extiende la corrupción entre quienes deben combatirlos.
En ese lapso, las cifras oficiales indican que los homicidios aumentaron en un 78 por ciento en referencia con la década anterior, y la cantidad de convictos federales durante el reinado de la Prohibición aumentó en un 561 por ciento. La legislación teñida de puritanismo destruyó miles de empleos, fabricó una salvaje violencia en el mercado negro y desvió recursos ante la imposición de otras leyes, al tiempo que dio lugar al protagonismo del crimen organizado.
Se podríÂa pensar que hemos aprendido algo de esta experiencia reveladora para poder aplicarlo a la situación actual, pero desgraciadamente, ese mismo puritanismo de principio de siglo pasado sigue presente en nuestra sociedad. Y es que el alcohol es igualito que la cocaíÂna y la heroíÂna (entre otras): altera la percepción, disminuye la agudeza mental, produce adicción y destruye las vidas del adicto y los que lo rodean.
Personalmente no encuentro otra solución al grave problema del narcotráfico y la enorme violencia que genera, excepto una eventual legalización de la venta y distribución de droga. Es un problema complejo, pero si hacemos un esfuerzo para mirarlo desde una óptica sin prejuicios, concluiremos que es la mejor opción.
Despues de todo, si consideramos que algunas conductas que un tiempo se consideraban un crímen que necesitaba regularse y castigarse (el adulterio, la homosexualidad, la apostasía, solo por mencionar un ejemplo) han pasado a la categoríÂa de problemas personales y privados, tal vez algun díÂa terminaremos por aceptar que la adicción a una droga es una cuestión de decisión personal.
Prohibir y satanizar una droga no es la solución al problema, sino todo lo contrario. Quien piense distinto deberíÂa analizar el caso ampliamente documentado de la Ley de Prohibición Nacional.