En gusto se rompen géneros. No a todos las personas tienen que gustarles los animales, pero de eso a hacerles daño es algo totalmente diferente. Hace poco, Elique antiguo asiduo a este blog y amigo de Monterrey, contó su historia de cómo una persona le mató más de 20 gatos que el mismo había recogido de las calles para darles hogar. Aquí en Hermosillo a principios de año ocurrió algo similar, con la diferencia de que quien lo hizo es una señora que proviene de una colonia bien y de familia bien.
La señora en cuestión, vive en La Colonia Modelo, en la calle Gustavo Hodgers no. 48 y es esposa de un Gándara. Igonoro su nombre y esos son todos los datos que tengo. El caso es que le molestaba la presencia de estos 4 felinos que tenían dueño, así como otros 3 también de por ahí y decidió que el mejor remedio era envenenarlos. Testigos dijeron que a los veinte minutos de ver a su chalán en el techo, los gatos murieron.
Para quien no lo sepa, el daño que causa en un animal al evenenarlo con raticida, -el «remedio» más común- es el siguiente:
«La rigidez muscular en el caso de envenenamiento por estricnina (raticida), puede ser fatal en muchos casos. Este alcaloide excita todas las porciones del sistema nervioso central, la estricnina es rapidamente absorbida por el tracto gastrointestinal y los primeros síntomas aparecen dentro de 10 a 20 minutos despues de su ingesta. El primer síntoma que se advierte es la rigidez de los músculos de la cara y cuello, posteriormente se desencadena una máxima excitabilidad refleja, con respuesta eminentemente motora de hiperextensión que llega a una serie de convulsión tetánica.
El animal está conciente durante todo el episodio, lo que confirma que el origen de las convulsiones no es cortical (cerebro), sino del sistema nervioso secundario. Cualquier estímulo sensorial aumenta la frecuencia e intensidad del episodio. La evolución es fatal debido a parálisis bulbar o por la combinación de las contracciones musculares intensas, hipoventilación con rabdomiólisis, mioglobinuria y acidósis láctica severa.»
Hay que ser más tolerantes, de verdad. Repito, yo entiendo que no a todos les gusten los animales, pero no por eso se tienen que tomar esas medidas, cualquiera que sea la razón de las molestias o la apatía hacia ellos, no justifica la tortura, el maltrato, mucho menos el asesinato de animales que como bien sabemos no se pueden defender.
Yo por lo pronto en vez de quejarme por lo que hizo, esta vez le pasé estos datos a unos amigos de los periódicos El Imparcial y Expreso. Espero que esto llegue a los oídos de la señora porque debe de estar al tanto del daño que hace e hizo y que al menos que le de verguenza.