Mientras escribo estas líneas, mi hija de unas cuantas horas de nacida duerme profundamente en su cuna de hospital y pienso en lo que daría yo por asomarme aunque sea un momento a sus sueños (¿Sueñan los bebes?) Creo por mas fuerte o duro que aparente ser uno, es imposible no conmoverse hasta las lágrimas ante la presencia de una pequeñita que va a depender de los cuidados y atención que uno le de en su futuro.
A esa criaturita de unos cuantos kilos, que viene con un horario de mas de 8 horas de diferencia de la zona horaria en donde vivimos, le valen madres las broncas de la política mexicana, si algun día muy lejano veremos el final del Desafío de Estrellas o si el Senado Norteamericano aprueba la reforma migratoria. Y solo por hoy, a mi también.
Ana dice
¡Felicidades por tu bebita! Y pues sí, a mejorar este mundo se ha dicho.