Chanate

¿Porque la gente se emociona con las pelí­culas de James Bond el agente 007? Pienso yo que es porque representa el prototipo de hombre que a las mujeres fascina: carita, con buen carro y conocedor del mundo. Por parte de los hombres, pues no podemos menos que envidiar a cualquier hijo de perra que ande en los mejores autos que existen, use armamento y tecnologí­a sofisticada, viaje por todo el mundo, vista elegante y de paso le queda tiempo para acostarse con las mujeres mas bellas y buenotas que se puedan encontrar. Para colmo le pagan por hacer todo lo anterior.

Cuando uno se dispone a ver la nueva pelí­cula de Bond, ya sabe uno lo que le espera, o por lo menos eso pensaba yo. Sin embargo CASINO ROYALE es sorpresiva. No me atrevo a calificarla de mala pelí­cula, pero no es nada parecido a lo que Pierce Brosnan, Timothy Dalton y sus antecesores nos tení­an acostumbrados.

Para empezar el nuevo Bond es bastante mas convencional y contradictorio. Sanguinario como cualquier asesino a sueldo común y corriente y mucho menos calenturiento de lo que la tradicion jamesbondiana dicta. Tampoco vemos autos con propulsores y armados con cohetes o a control remoto, ni gadgets imposibles. De hecho creo que lo más sofisticado en pantalla es una especie de aparato de resucitación por electroshock convenientemente guardado en la guantera del auto.

La gran bronca de esta pelí­cula no es la falta de mujeres ricas, aparatejos tecnológicos y autos veloces, no, el problema es la historia que raya en lo ridí­culo. Y es que seguramente los guionistas pensaron que los espectadores nos ibamos a divertir durante casi media hora viendo como los protagonistas jugaban a las cartas (pokar o algo similar) mientras nos dabamos cuenta de que el plan del 007 para derrotar al villano de la pelí­cula era literalmente ganarle la partida de cartas para dejarlo sin dinero para apoyar a un grupo terrorista. Todo esto seguido de otros interminables minutos de romance entre Bond y el personaje de Eva Green, que para el caso bien pudo haber sido Sandra Bullock o Meg Ryan, expertas en pelí­culas rosas (o rosadas).

Así­ es Casino Royale. Un par de excelentes escenas de acción y persecución, media hora de baraja y media hora de romance empalagoso. Tal vez las expectativas estaban altas o tal vez solo se quedo corta. Pero lo mejor de la pelí­cula son las fotos de captura de pantalla de otra pelí­cula de Eva Green, la chica Bond.

Ni modo, ahi para la otra Mr. Craig, lo mas rescatable de tu casino es Eva Green.

No entiendo porque la combinación entre videojuegos y el cine no funciona del todo.

Muchos videojuegos incluyen varios minutos de metraje de pelí­cula bien hecha y nadie se queja de ellos. En teorí­a, lo único que tienen que hacer los que crean las pelí­culas es trasladar esas escenas a una pantalla de cine y aderezarlas un poquito para que luzcan mejor, pero no, los señores insisten en convertir en churros hollywoodescos las que ya son historias aceptables y populares, como si no entendieran que a los fanáticos de videojuegos no nos importarí­a ver nuestras escenas favoritas de videojuego transformadas en un fragmento de una verdadera pelí­cula y al mismo tiempo, los que desconocen de los videojuegos pueden disfrutarla igual.

Esta queja viene a colación debido al estreno de la pelí­cula DEAD OR ALIVE, basada en el popular videojuego de peleas del mismo nombre. Para los que no conozcan el juego en cuestión, basta decir que es como si al famoso Street Fighter o Mortal Kombat le sustituyen los tipos musculosos, robotescos y testosterónicos por un grupo de chicas de proporciones corporales perfectas, rostros angelicales y poseedoras de bien torneadas piernas tan pero tan largas que les debe resultar imposible abrocharse los cordones de sus zapatos sin ayuda. Sin olvidar claro con que cuentan con habilidades de pelea sobrehumanas.

El juego fue popular debido a que aparte de los redondeados senos de Chung Lee de Street Fighter o de Lara Croft (otro pésimo ejemplo de adaptación del videojuego al cine), no era común en las salas de arcade poder combinar la satisfacción de acabar a golpes extravagantes con un oponente virtual y al mismo tiempo poder disfrutar de hermosas chicas con senos enormes que seguí­an en movimiento aun despues de estar en reposo otras partes de su cuerpo.
Son pocos los juegos que pueden presumir de divertir y entretener tanto a los que juegan como a los que son espectadores y Dead or Alive es uno de ellos.

Bueno, eso es en cuanto al videojuego y es mas bueno que el pan (el de panaderí­a). El problema es que la pelí­cula es insoportable. Claro que cuenta con las bellezas y abundancia de carnes expuestas ví­a bikinazos de Devon Aoki, Jaime Pressly, y unas desconocidas (para mi) Holly Vallance, Sarah Carter y Natassia Malthe. Pero fuera de eso la pelí­cula es una interminable sucesión de incoherencias. Todos los clichés de las pelí­culas churrescas están ahí­:

La venganza por la muerte del hermano, la luchadora por la credibilidad de su profesión, el tipo que estaba muerto y al final regresa a la vida, la princesa que escapa y tiene que huir de su perseguidor que ha jurado por su honor asesinarla por su traición, el villano megalómano que obtiene superpoderes copiando los movimientos de sus oponentes gracias a un dispositivo electrónico conectado a su cerebro, la voz de computadora femenina que lleva el conteo regresivo de la autodestrucción de la guarida de los malos, la pelea de todos los buenos contra el jefe al final y eso sin contar con la horrenda moda de las peleas coreografiadas con cables hasta por debajo de las uñas de los pies.

En suma, un asco de pelí­cula. Vale la pena solo si no tienes Internet y andas urgido por ver chicas en bikini o a ¡Eric Roberts!

De puro coraje, puse unas fotos de Jaime Pressly y un par de Holly Vallance aquí­