En México vivimos días difíciles. La violencia se pasea como nunca por nuestras ciudades al grado de que ya ni siquiera es noticia perdurable que ejecuten con saña a «algun cristiano» en plena vía pública.
Nuestras autoridades insisten en que los ciudadanos comunes y corrientes no tenemos motivos para preocuparnos ya que se trata de «ajustes de cuentas» entre narcotraficantes que solo se «matan entre ellos». Aunque esta es una opinión de la que difiero completamente.
Conozco bien a una persona que tuvo la desgracia de ser vecina de unos tipos que fueron ejecutados a rafagazos de metralleta ahi fuera de su casa hace unos cuantos días. Aparte del gran susto que se llevó, su carro resultó salpicado por la rociada de balas. Ahora su problema es ¿Quién paga los daños? Fácil:Si alguna vez atrapan a los asesinos, no debe olvidar presentarse ante la autoridad correspondiente a levantar una demanda y aplicarles el cargo de los daños a su propiedad. Finalmente solo queda esperar un par de meses o incluso años para recibir su compensación.
Es verdad, en casos como este, la pérdida de bienes materiales viene siendo un mal menor, pero para muchos no deja de representar un gran sacrificio el recuperar o reparar sus posesiones. Lo peor es que cualquiera de nosotros (y nuestras propiedades) podemos convertirnos en víctimas en cualquier momento.
¡Que Onán nos agarre confesados!