Hace rato me encontraba meditando y elaborando mentalmente una propuesta para el jefe Diego para ver si se anima a convertir este blog en un sitio como el Metroflog, en vista de que a varios visitantes parece importarles mucho la cantidad de comentarios que aparecen en los posts y nada mas les falta empezar a escribir estupideces como:
P
R
I
M
E
R
A
Sia pase a firmarte tu metro y a ponerte mi _____. Ahora visita tu mi metro porque acabo de subir una pik donde uso la playera rosita que tanto te gusta, jijiji. Atte CaballeroWallace.
Independientemente de lo propenso a albureadas que resultan frases como «visita mi metro» o «nada mas vine a ponerte mi ____», resulta penoso (¿o se dice penudo?) ver como utilizan la tecnología las personas pobres que tienen acceso a Internet. Mi meditación fue interrumpida por un mensaje de correo donde me hacen una oferta tentadora que es el sueño de los aspirantes a vouyeristas.
Y el tema del correo recibido me lleva a hablar de los que siguen enviando correos y haciendo propaganda gratuita en su nickname del messenger de sitios como quienteadmite.com y sus 283 variantes.
El método clásico de este tipo de páginas webs es enganchar al usuario con banners coloridos y un mensaje tentador:
Ya podrás saber el estado real de tus contactos,
quien te tiene sin admisión, y quien te ha eliminado
sin que ellos se den cuenta
¿Que esperas para revisarlo?
Lo único que tienes que hacer para acceder a tan codiciado dato, es proporcionar la dirección de correo de tu contacto, y ellos te avisaran a tu correo cuando obtengan gratis esa información para ti.
Y cuando digo gratis, es que no te cobran nada, son personas altruistas que nada mas quieren proporcionar un servicio a las personas urgidas por invadir la privacidad de sus contactos. Ah y no se te olvide «de pasadita» proporcionar la contraseña de tu buzón de correo. ¿Para que? Quien sabe, pero si ellos lo solicitan debe de ser para poder revisar que te llegó el correo que te van a enviar.
Los ingenieros en sistemas y los programadores se desviven inventando, desarrollando y perfeccionando herramientas que protejan la seguridad de las computadoras ¿y todo para que? Para que el propio usuario incauto proporcione voluntariamente información confidencial a terceras personas que nadie sabe si tienen buenas o malas intenciones pero que son buenos en cuestiones de ingeniería social.
¿Hasta donde vamos a llegar? Lo sabremos cuando estemos ahí.