Desde ayer anda circulando la nota de que gracias a técnicas forenses muy al estilo de C.S.I. un grupo de investigadores de Scotland Yard han logrado elaborar un ‘retrato hablado’ de Jack el Destripador.
En primer lugar ¿Que no tienen otra cosa mejor que hacer que andar investigando la cara de un tipo que asesinó a cinco prostitutas hace CIENTO DIECIOCHO años?
Pero bueno, lo curioso del caso es darse cuenta de la fascinación que genera en la sociedad los asesinos seriales, desde el inglés Jack el Destripador hasta nuestra orgullosa Mataviejitas, pasando por tantos otros que han quedado inmortalizados en las páginas de la historia de la nota roja.
Ya Oliver Stone nos presento un crudo relato del tema en su Natural Born Killers y es que el morbo por los detalles de estos sujetos siempre levanta los raitings.
Todos alguna vez hemos deseado matar a alguien, por algo tan sencillo como atravesarse descortesmente en el tráfico. Acto que para los que creen en las doctrinas de Jesus, debe ser muy doloroso y mortificante, ya que segun sus enseñanzas, ya no es necesario llevar a cabo el acto, con solo imaginarlo ya se consuma el pecado. En fin, ese es tema aparte.
Digo yo ¿No sera que la popularidad de los asesinos en serie entre el común de los mortales se deba a que muy en lo profundo de nuestra mente nos admiramos por su valor de llevar a la práctica lo que la mayoría solo visualizamos ocasionalmente en nuestra mente? ¿Seremos tal vez un poco como admiradores secretos por su valentía?
¡Ah que bonitos son los debrayes! ¿Verdad?