Cumplen 20 años los Virus

Este mes marca un aniversario particularmente adverso para la comunidad empresarial: han pasado 20 años desde el descubrimiento del primer virus de computadora.

Conocido como Brain, fue creado en 1986 por dos hermanos paquistaní­es e introducido a las computadoras por medio de discos floppy. El virus en sí­ mismo era relativamente inocuo, pues simplemente cambiaba la etiqueta de volumen del disco a @brain. Asimismo, su propagación era muy lenta, ya que sólo podí­a ser contagiado compartiendo discos. No fue hasta un año después de su lanzamiento, por ejemplo, que el virus apareció por primera vez en Estados Unidos.

Pero aunque en sí­ mismo era inofensivo, Brain desencadenó una serie de acontecimientos que condujeron a la situación actual, cuando se estima que existen más de 120 mil virus que amenazan a las computadoras, muchos capaces de provocar graves daños, como incapacitar redes corporativas, secuestrar computadoras o robar datos personales como detalles de tarjetas.

Una de las grandes diferencias en comparación con hace 20 años es la velocidad. Con más de mil millones de personas conectadas a internet en la actualidad, muchas de ellas ví­a banda ancha de alta velocidad, los virus se propagan mucho más rápidamente.

Expertos estiman, por ejemplo, que el gusano MyDoom, que se reproducí­a a sí­ mismo por medio de correos electrónicos en 2004, infectó un cuarto de millón de computadoras en un dí­a.

Graham Cluley, consultor de tecnologí­a senior de la compañí­a de seguridad en TI Sophos, recuerda con cierto cariño los primeros dí­as de los virus. «Solí­amos enviar una actualización de virus a nuestros clientes cada tres meses y la considerábamos una protección adecuada. Ahora sugerimos a las empresas que actualicen su programa antivirus cada cinco minutos».

En cuanto a la enorme proliferación de los virus, Sal Viveros, especialista en seguridad de McAfee, indicó que su equipo descubre nuevos virus todos los dí­as. Las computadoras caseras y de oficina están literalmente sitiadas por estos programas. Cluley estima que si una computadora es conectada a internet por sólo 15 minutos sin protección antivirus, hay 50% de probabilidades de que será infectada por uno, incluso si no es utilizada para abrir ningún correo.

Los programas antivirus se han vuelto razonablemente efectivos para mantener a raya a los intrusos, pero el esfuerzo que se necesita para impedir la masacre absorbe mucho tiempo y una enorme cantidad de capacidad de procesamiento del equipo, además de su costo.

Gartner, el grupo de investigaciones, estima que unos 3 mil 400 millones de dólares se gastaron en programas antivirus y antimalware a nivel global en 2005, y considera que la cifra aumentará a 5 mil 900 millones de dólares para 2009.

Sin embargo, el cambio más importante ha sido en el carácter de los virus, que se han vuelto progresivamente más perniciosos.

Los primeros virus eran poco más que «grafiti cibernético», escritos generalmente por adolescentes solitarios alardeando frente a sus amigos. Algunos incluso eran divertidos. El Capullo Verde, por ejemplo, mostraba a un capullo que se comí­a el texto en la pantalla y lo excretaba por el lado opuesto.

Pero a partir del inicio de los 90 las cosas se volvieron más destructivas. Los escritores de virus, ansiosos por llegar a los encabezados, propagaron virus que causaban severos daños a las computadoras, sobre todo personales.

Por ejemplo, el virus Michaelangelo surgido en 1992, tení­a por objetivo borrar toda la información de los discos duros de las computadoras que infectó el 6 de marzo, cumpleaños de Miguel íngel.

En 1999, el infame virus Melisa causó unos 80 millones de dólares en daños a las empresas, según estimaciones, al generar un volumen tan enorme de correos electrónicos que muchas compañí­as se vieron obligadas a apagar sus redes. David L. Smith, su creador, fue sentenciado a 20 meses en prisión por tribunales estadounidenses.

Los años entre 1999 y 2003 marcaron el clí­max en cuanto a los brotes de virus que llegaron a los encabezados. Virus mundiales, como Love Letter en 2000 y Anna Kournikova en 2001, y gusanos como Blaster y SoBig en 2003, afectaron a millones de empresas de todo el mundo.

En los últimos años se han registrado menos casos que se hayan convertido en noticia, pero los virus de ninguna manera han desaparecido. Se han vuelto más silenciosos y subrepticios, pero también mucho más destructivos, debido a que ahora están siendo escritos principalmente por grupos del crimen organizado.

«Ciertamente el cambio más significativo ha sido la evolución de los escritores de virus, que pasaron de aficionados que lo hací­an para pasar el tiempo, a grupos de delincuentes organizados que buscan una ganancia financiera», señaló Mikko Hypponen, director de investigaciones de F-Secure. «Y no hay indicios de que esta tendencia se detenga».

«Ahora que el objetivo es la ganancia, estamos viendo menos brotes de virus. Los escritores no quieren ocupar los titulares, sino atacar a un número menor de gente buscando información especí­fica. Es más parecido a un fuego lento», indicó Viveros.

Existen muchas formas en que los delincuentes pueden usar los virus. La más simple es utilizar virus para secuestrar computadoras, permitiendo a las pandillas controlar un gran número de máquinas en forma remota. Puede programarse a las computadoras para que enví­en correos basura o mensajes de spam, o para lanzar ataques contra redes corporativas.

Los grupos delictivos pueden amenazar a negocios que dependen de internet -como bancos en lí­nea o sitios de comercio electrónico- con paralizarlos, abrumando sus redes con peticiones de información hechas desde los equipos secuestrados. Ciertas empresas han sido chantajeadas por pandillas que las amenazan con lanzar esta clase de ataques.

Asimismo, los virus pueden ser utilizados para introducir otro tipo de programas nocivos, como troyanos o spyware, en las computadoras. El spyware monitorea los websites que visita el usuario o la información que escribe en la computadora, como contraseñas para realizar operaciones bancarias en lí­nea.

En forma similar, los caballos de Troya pueden dirigir a los usuarios a páginas de la red ficticias -una versión falsa de un sitio de banca en lí­nea, por ejemplo- donde pueden disponer de los números de cuenta y contraseñas de los usuarios.

El crecimiento de este tipo de delitos ha sido fenomenal. En noviembre pasado un asesor del Tesoro de Estados Unidos indicó que los procesos por cibercrí­menes -incluyendo actividades relacionadas con virus pero también otras como pornografí­a infantil y violaciones a los derechos de publicación- habí­an superado los procesos vinculados al tráfico de drogas.

La nueva tecnologí­a, así­ como la participación del crimen organizado, está aumentando el peligro de los virus. Los virus enviados por conexiones a internet inalámbricas serán un problema crí­tico en un par de años, vaticinó Viveros.

Los escritores de virus han mostrado poco interés en los teléfonos celulares y los dispositivos PDA, pero en la medida que los equipos se vuelven más complejos y más gente empieza a usarlos, esto podrí­a cambiar fácilmente.

Viveros indicó que los dispositivos inalámbricos se están haciendo vulnerables a los ataques. Por ejemplo, muchos aparatos están usando sistemas operativos estandarizados como el Symbian, lo cual, en forma similar al Windows de Microsoft, los hace objetivos más efectivos para los escritores de virus.

Además, el número mismo de conexiones que se augura tendrá el «hogar digital» -en el que todo, desde el decodificador de cable hasta el tostador, está vinculado a internet- hará que la tarea de vigilar los virus sea cada vez más onerosa.

«Mientras más conectado está, más suscepible es a las amenazas», señaló Viveros.

Pero aunque la tecnologí­a está provocando que los virus sean cada vez más complicados, en el fondo el mundo de los virus se mantiene vivo gracias a rasgos muy humanos: el deseo de comunicar y compartir información, así­ como la abrumadora necesidad de ver imágenes de jovencitas atractivas.

Como señala Cluley, «los virus son principalmente un problema humano. Es por eso que no hemos podido librarnos de ellos. Se puede reparar un firewall tanto como lo desee, pero no se pueden reparar los cerebros de las personas.

«La mayorí­a de los tipos, si les enví­a un e-mail que diga ´aquí­ hay una fotografí­a de Anna Kournikova´, lo van a abrir».