Hace mas o menos un año, andaba vagando por las calles de Nueva York con mi marido y decidimos encaminarnos hacia el Central Park, que es algo asi como una combinación entre la segunda sección del bosque de Chapultepec y la Alameda. Estaba nublado y a punto de llover, así que decidimos guarecernos un momento a un lado del parque, en el famoso edificio Dakota junto a una pequeña cantidad de «bicle fans» cuyo peregrinar por Nueva York, invariablemente conduce al lugar donde vivió sus últimos años John Lennon y donde, trágicamente, murió.
Siempre habíamos tenido, mi gordo y yo, la intención de visitar tan importante lugar para cualquier fan de los Beatles. El imponente edificio de estilo gótico victoriano es por si mismo, una joya de Nueva York, pero aun más, por el significado que este tiene para muchisima gente. Ahi estaban los siempre ubícuos admiradores japoneses con sus camaras fotográficas y de video de última generación fotografiando hasta el último detalle posible; algunos ingleses, peruanos y además de mi marido y yo, un grupito ruidoso de mexicanos que no dejaban de gritar !Pinche Yokoooooo! !Ya asomate por la ventanaaaaa!, hasta que, previsiblemente, fueron callados por un par de guardias privados del edificio.
Finalmente, de una u otra manera, todos los que hemos estado en ese lugar sentimos cierto sentimiento extraño al estar parados justo a pocos metros donde ese terrible día de diciembre de 1980 el querido John nos dejó de manera tan rapida, violenta y sobre todo, irracional. Por otro lado, personalmente, tuve casi inmediatamente la revelación de que antes que Beatle, activista social e icono cultural, el señor Lennon fue un ser humano, tan lleno de defectos y virtudes como todos y que ahií encontró su trágico fin de manera fortuita e inesperada; tal y como sucede (y sucederá) con todos los seres humanos.
Y sin embargo … sin embargo, con el paso de los años, el mito de los Beatles y sobre todo, de John Lennon se han convertido ya referentes culturales mudiales que de una u otra forma, los elevan a la categoría de «santos varones»; más allá del bien y el mal.