No todos los fallecidos recientemente son derivados del «genocidio» del presi Calderón. Recientemente le tocó el turno de la visita de la muerte al actor de cine estadounidense, el señor Leslie Nielsen.
Recuerdo haberlo conocido en una loca película de los ochentas llamada «The Naked Gun» (traducida extrañamente en México como «¿Y en donde está el policía?») donde Nielsen personificaba al policía Frank Drebin, un personaje que hasta se daba el lujo de parodiar a James Bond.
Acompañado de un peculiar grupo de actores entre los que aparecían: Priscila Presley (esposa de Elvis y suegra de Michael Jackson), el tristemente célebre jugador de fútbol O.J. Simpson, Ricardo Montalbán sin su enanito y una especie de clon de la Reina Elizabeth de Inglaterra, la película dio origen a dos secuelas (una de ellas con la buenérrima Anna Nicole Smith y su espantosa voz) y una breve serie de televisión con uno de los créditos finales más graciosos y simplones de la historia.
Yo no se mucho del tema, pero creo que este tipo de películas dieron origen a los anuncios publicitarios ridículos exagerados que hoy vemos por televisión. Ya saben, esos de que te frotas pasta de dientes en la boca y es tanta la frescura que se siente que terminas esquiando en una avalancha de nieve en los Himalayas o aquel otro donde una toalla sanitaria femenina es tan absorbente que seca todo un caudaloso río y es tan suave como traer una planta de manzanilla con todo y ramitas en el que les cuento.
Sin caer en exageraciones cursis como esa donde mucha gente afirma en las redes sociales que este señor era el mejor cómico del mundo, a mi no me da pena confesar que si siento un poco de pesar por la muerte del actor Leslie Nielsen. Sus personajes, sus muecas, sus gags y sus frases son parte de una época cuando todo era más sencillo y gracioso.
Que en paz descanse Leslie Nielsen. Solo me resta dar las gracias por haberme hecho reír.