Una de las famosas leyes de Murphy reza asi: “Cuando algo empieza mal, generalmente termina mal” y seguramente, muchos la rematarían con el “si así va a ser, entonces: ¿pa’ que le sigo?”. Seguramente este par de frases le pasó por la mente a un joven Paul McCartney muchas veces en las tantas noches que pasó en Lagos, Nigeria durante la grabación del que, paradójicamente, es la obra maestra más importante de su carrera solista: Band On The Run.
Band On The Run cumple este año 35 añitos de su primera edición en vinyl y representa un buen ejemplo de cómo una mala decisión no siempre deviene en algo catastrófico… aun cuando todo indique que así va a suceder.
La propia historia de este disco es tan icónica como la foto de su portada, tomada por el fotógrafo inglés Clive Arrowsmith e inicia a finales de 1972. Paul McCartney había sorprendido (aunque no convencido del todo) a la crítica inglesa con un excelente álbum que lo alejaba de los experimentos caseros de su primer y segundo discos como solista (McCartney [1970] y Ram [1971]) y de un dudoso inicio con su nueva banda: Wings y su álbum debut del ’71: Wild Life. Red Rose Speedway fue un disco que reafirmo un poco la autoestima del buen Paul que no podía quitarse la sombra Beatle de encima al momento de evaluar la calidad de sus trabajossolistas. Este álbum, conjuntamente con el éxito que le trajo el haber aportado el tema principal a la nueva película de James Bond [Live And Let Die, 1972] le dio la oportunidad de nuevo a Paul de que su propia compañía disquera [EMI] le pusiera de nuevo la atención debida y por ende, le permitiera seguir cumpliendo sus caprichitos de rockstar; porque a ver, dígame usted, ¿cómo le dice que no a un Beatle?. De estos caprichos “tan setentas” de rockstar, nació la idea de grabar un disco en un lugar exotico; alejado del bullicio y de la falsa sociedad. EMI Records le propone a Paul un amplio catálogo de opciones de sus estudios de grabación alrededor del mundo; que como dato curioso, incluía los estudios de EMI-Capitol de México, en la calle de Rio Balsas, en el DF. Finalmente, después de lo que suponemos fue una ardua selección, el señor MasCarnes se decide por el lugar más exótico para grabar que se pudo encontrar de la lista: Lagos, la capital de Nigeria en el continente Africano.
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