Cuenta una fábula que en un bosque un conejo corría con desesperación intentando huir de varios cazadores que lo perseguían. Cuando ya se sentía perdido, se topo con una cueva y decidió entrar en ella para protegerse. Dentro de la oscura cueva estaba un león que al ver al conejo lanzó un fuerte rugido que se escucho en los alrededores y provoco que los cazadores asustados huyeran.
El león le dijo al conejo: «Tal vez hoy hayas escapado de los cazadores, pero de mi no podras huir». Y, con un sólo zarpazo lo mató, y se dispuso a disfrutar de un inesperado bocadillo.
Esa fábulas de Esopo se usa para mostrar una moraleja: «cuando se quiere evitar un mal, debe tenerse mucho cuidado de no caer en otro aún peor».
La historia viene al caso porque recuerda vívidamente la conducta gubernamental del combate a las drogas. Es obvio que las drogas no son precisamente lo más aconsejable para consumir. Claramente son algo malo para los ciudadanos, pero la prohibición es también otro mal, por los efectos que tiene.
La prohibición de las drogas financia a la criminalidad y ése es otro mal. ¿Cuál de los dos es el menor, la prohibición o su tolerancia? Ésa es la decisión. No puede escogerse una alternativa sin valorar sus consecuencias reales. La prohibición puede ser como el entrar a la cueva del león: puede dar la impresión de haber evitado un mal, pero también puede provocar un problema mucho peor.
La guerra del gobierno contra el narcotráfico esta perdida. La intención era buena, pues nadie se siente más desgraciado que tener hijos o vecinos drogadictos, pero el método fue malo. Pero el Presidente Calderón se olvidó de que mientras haya demanda, habrá oferta, es una ley de la economía. Pero si el gobierno persigue a los oferentes, lo único que hace es presionar hacia el incremento del precio. Con precios más altos, el negocio se hace más atractivo y más gente se arriesga pues las ganancias crecen conforme al riesgo.
Los oferentes tienden a confabularse y comprar a la policía, a los funcionarios, a los jueces, gobernadores y ejército, después de todo, con los buenos precios elevados artificialmente por la acción gubernamental se puede pagar todo. Así las ganancias del narco se vuelven inimaginables.
Visto en: Contrapeso.info