Aún recuerdo el episodio que le dio cierta notoriedad a Isabel Arvìde, periodista y con una libreta negra más grande que la de Jeffrey Epstein; y que fue cuando le dijo Encueratriz a Sasha Montenegro; para ese entonces, esposa de José Lopez Portillo, uno de los peores presidentes que hemos tenido en México. Doña Chabe fue llevada a juicio por esa gloria del cine mexicano de ficheras que fue Sasha por difamación y daño moral a sus hijos, ya que antes Chabelita había escrito en la revista ¡Siempre! Que los hijos de Sashita y Jolopo eran unos bastardos; razón por la cual, se vieron las caras en los tribunales, perdiendo los juicios y sentenciada a pagar por ambas demandas ella y su editor algo así como 6 millones de devaluados pesillos del lejano 1998 y, como la seño Arvide no tenía para pagar la multa impuesta, su casa fue embargada y puesta a remate; no sin antes declarar airadamente que la justicia en México esta comprada (¡Qué novedad!).
Esto viene a cuento porque el día de ayer se dio a conocer el sorpresivo nombramiento de la ilustre dama (Arvide, no Sasha) como la flamante Consul de México en Turquía. Por supuesto que esto hizo arder las redes sociales por los comentarios de Ultra-Chairos y Ultra-Fifís sobre tan escandaloso nombramiento que, dicho sea de paso, en términos de la Ley del Servicio Exterior Mexicano, la designación es legal; aunque quizás para muchos diplomáticos de carrera de nuestro país y de lo que han egresado del Instituto Matías Romero, encargado para formar diplomáticos de carrera, esto sea como una patada en los destos; aunque no es el primero y por supuesto, no será el último.
A lo largo de la historia de nuestro país, la cantidad de peculiares personajes que han ocupado un cargo público relativamente importante han sido muchísimos y generalmente, con más pena que gloria. Y no me refiero a los politiquillos profesionales como un Noroña o una Dolores Padierna o los típicos diputadillos de pistola, sombrero y lente negro que retrataban Abel Quezada o Rius en sus dibujos satíricos o historietas; sino generalmente a esos entes faranduleros que un buen día se subieron al tren del mame de la política como representantes del pueblo.
Dos ejemplos recientes, son sin lugar a dudas la diputada Corcholata (Carmen Salinas) en el sexenio de Lord Peña y, por supuesto, el (ese sí) encueratriz Sergio Mayer. Ambos dignos ejemplos de que ser famoso no te hace necesariamente inteligente y mucho menos, buen servidor público.
El caso de la seño periodista Arvide, no debería de sorprender, ya que su nombramiento está impregnado de ese actual olor a rancio que emana desde Palacio Nacional y que a quienes envuelve tal aroma los cubre de como escudo protector y los defiende de prácticamente de cualquier responsabilidad pública.
Y es que 90% honestidad y 10% experiencia para desempeñar un cargo público de alta responsabilidad no suena tan mal en la mente del pueblo moralmente superior porque, al menos saben que no los van a robar (sic). Si se equivocan en el desempeño de su labor, ¡bueno! Ya sabemos las formulas retoricas para explicar (y disculpar) esto: “es de que apenas están empezando” … “es de que nos dejaron un cochinero” … y así, ad nauseam.
¿Pero… que se puede decir de una persona que al más puro estilo Yo soy tu fan se aparece un día en el show cómico-mágico-musical mañanero a exponer su deseo de que se le asigne la ahora ya tan codiciada publicidad gubernamental a su portal de noticias”nomás porque desde ahí, según la solicitante, se hace una defensa al Presidente y remata su pedido con la sugerencia de que se debería legislar para prohibir que se insulte al Rayito de Esperanza de Chairolandia?
Una cosa es segura: La señora Arvide NO ESTA LOCA. Tiene un colmillo muy retorcido de su experiencia de cubrir como periodista la fuente de la Presidencia del país y por supuesto, a base de astucia, conocimiento del medio y como lo admite ella misma en su libro “Mis presidentes; de Echeverría a Peña Nieto Intimidades sobre el poder presidencial en México”; publicado en 2013 por la editorial “Temas de Hoy”; a varias visitas a la alcoba de algunos famosos políticos mexicanos de ayer y de hoy. Lo anterior le da un conocimiento efectivamente muy íntimo de las entre sabanas del poder de los políticos en México y precisamente por esos detallitos la señora puede plantarse en una conferencia con el presidente en turno para amablemente pedirle, sin tapujos, el tan codiciado chayote. Por supuesto que la señora Arvide sabía (y sabe) perfectamente eso de que, en política, la forma es fondo y que plantear ese pedido al mismísimo viejito santo, no fue un delirio de una persona que ha perdido la razón, sino una muy clara advertencia de que su silencio tiene un precio.
Para muchos, este tema pasó como una ocasional puntada de las muchísimas que se ven entre el maestro de ceremonias y sus patiños en el show mañanero y hasta ahí habría quedado… de no ser porque la señora Arvide no solo se ganó el chayote… sino toda la huerta completa (como varios tuiteros comentaron) al ser nombrada Consul de México en Turquía; cosa que, a la luz de sus propios dichos y revelaciones de su libro, no resulta para nada extraño, ya que ella misma insinúa que compartió sabanas con el mismísimo super canciller, Marcelo Ebrard.
Bien es sabido que el viejito que es presidente, tiende a mantener el mecate cortito a su círculo cercano y sus decisiones pasan sobre las de sus subordinados; por lo que se podría especular que la designación de la desemascaradora de encueratrices no paso por las manos de Marchelo; ya que como se lee en las indiscreciones de la señora, era ya de dominio público su añejo romance y por supuesto, de poco valor periodístico (para ella, por supuesto).
Si como la ley dice, el presidente tiene la facultad de escoger de los candidatos propuestos para Embajadores y Consules que le ofrezca la SRE, luego entonces AMLO escogió a la señora para tenerla cerca… pero con su silencio lo más lejos posible.
Ojalá la señora Arvide nos dure muchísimos años más con sus facultades mentales integras y su diario de intimidades bien resguardado para que al final del sexenio nos deleite con un segundo tomo de sus aventuras ahora como Consul y por supuesto, nos pase corriente de los chismes de alcoba de Palacio Nacional y por supuesto, que fue lo que se tuvo que callar para llegar hasta Ankara.