Pobreza intelectual de un fanático: Dedicado para amigos lectores como Radiohead (que friega le pones a la banda inglesa, cambiate de nick a «Chilletas») y Conviccion, y uno que otro fan o no de el viejito que se creía presidente. Y no lo escribí yo es un texto original de Pablo Hiriart.
Para López Obrador es fácil acusar de traidores a la patria a los que están a favor de la reforma energética. Su retórica es elemental, de una pobreza intelectual digna de un ultra, de derecha o de izquierda, da igual.
Él y sus seguidores acusan que se quiere entregar la producción petrolera a extranjeros.
En ese caso, ¿dónde está la traición a la patria?
Obviamente una parte de la producción petrolera (y de gas) se debe entregar a extranjeros. Se entrega a extranjeros. Y siempre se ha entregado a extranjeros. Se entrega a cambio de dólares. Nuestro petróleo se vende.
Se vende a consorcios nacionales, a compañías estatales y a empresas extranjeras.
La discusión es en qué momento se debe vender el petróleo: ¿cuando ya se ha extraído? ¿Cuando está en el subsuelo? ¿Hay que asociarse con quienes tienen tecnología para extraer hidrocarburos en zonas complicadas?
O todas las alternativas juntas en un gran menú.
Como vemos, aquí no tienen nada que ver la patria ni las traiciones a México.
Es una discusión de carácter económico para saber cómo le sacamos más provecho a la riqueza petrolera, al venderla a extranjeros y nacionales.
¿Nos conviene venderla arriba del mar?
¿Abajo, en subsuelo marino?
¿Nos asociamos para obtener más producto?
¿Que el gasto lo hagan otros y les cobramos por volumen extraído?
Según el simplismo lopezobradorista, vender petróleo arriba del mar es patriota, y hacerlo abajo del mar es traición a la patria. ¿Por qué?
López Obrador ha metido a la patria en el centro de la discusión porque le interesa atizar las emociones y aprovechar ese sentimiento para su causa. Así son los fanáticos.
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