Del chachalaca al fantoche
Rubén Cortés
De modo que está pasando lo que tenía que pasar:
—Ante la persistencia de Enrique Peña al frente de las encuestas, AMLO volvió a ser el político insultante de siempre: el 15 de marzo de 2006 llamó “chachalaca” al Presidente Fox; ayer llamó “fantoche y ladrón” al candidato priista.
—Y la campaña de odio en las redes sociales y carteles ofensivos en las marchas provocaron el paso previo de la violencia verbal a la violencia física: los estudiantes anti Peña empezaron a recibir amenazas por teléfono y en Internet.
No está de más insistir: en la política, toda violencia verbal es una actitud fascista que acaba en la violencia física. Si continúan las injurias y los agravios, vendrán las agresiones físicas.
AMLO, Josefina y el gobierno deberían saber que ahora México es un país sin paz ni bienestar (con una guerra de 55 mil muertos y la mitad de la población viviendo en la pobreza) y polarizado por un proceso electoral que el gobierno y la izquierda tensan a diario casi al extremo.
El candidato de las izquierdas retomó su estilo incendiario, la del partido gobernante acusa al PRI de traicionar a los mexicanos y el Presidente se congratula de las manifestaciones contra el candidato que puede sacar a su partido del gobierno, que detenta desde hace 12 años.
Y representantes de #YoSoy132 declararon anoche en Milenio Televisión que lo único que pretenden es que no gane Peña, lo cual es una impronta antidemocrática, porque sostiene que el voto de la mayoría que apoya a éste, sencillamente no vale.
Un totalitarismo alarmante, pues les importa un cacahuate quién gobierne a 113 millones de mexicanos, siempre que no sea Peña. Pero por eso es lo único que desean: porque #YoSoy132 es un movimiento en favor del gobierno.
Por eso surgió en una universidad propiedad de una orden católica, en un contexto electoral y en coincidencia con la proyección de un filme producido con dinero oficial, para enaltecer a una de las partes enfrentadas en la Guerra Cristera de 1929.
De ahí que sus protestas son alabadas por el Presidente y no critiquen al gobierno, surgido de un partido cuyos estatutos reproducen la definición católica de vida y muerte.
Resultó curioso que antier partiera una protesta de la Estela de Luz sin mencionar ésta como símbolo de la corrupción de esa administración, pues la obra costaría 300 millones de pesos y se disparó a más de mil millones.
Y que tampoco preguntara cómo hizo el actual gobierno para crear 12.5 millones de nuevos pobres.
Claro, no tienen que hacer lo que otros les pidan. Tampoco admitir ser afines al gobierno.
Ni falta que les hace: se les ve desde un avión.
ruben.cortes@razon.com.mx
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