Lucero, Lucero, Lucero… estoy harto de escuchar ese nombre. Es mi culpa, claro, tengo el día libre y estoy pegado a la tele. Esto me hace ver el efecto y el rol de los medios de comunicación, especialmente el televisivo, en las vidas de su público. Si fuera cualquier otro tarado tomaría la repetición de la misma noticia como una verdad única y absoluta. Si lo repiten tanto debe ser porque es verdad, ¿no? Pues no señores, por eso los Estadounidenses apoyaron la guerra en contra de Irak, porque el gobierno y las corporaciones que lo apoyan tienen comprados a los medios.
Como público se nos olvida que las imagenes y dialogos pueden ser distorcionados, y que ultimadamente los medios tienen el poder final de comunicar lo que a ellos se les plazca. Lucero no es ninguna santa, y el tipo no debío de haber sacado el arma, pero que no conocemos ya la manera en que los medio acosan a estos artistas. Despúes de todo, ¿quién mato a Lady Di? En estos momentos la mayoría de México tiene la imagen de Lucero por los suelos y creen que es una altanera y no sé que más. Igual que en los meses antes de la guerra en Irak una mayoría de los Estadounidenses aseguraba que Sadam Hussein tuvo algo que ver con el ataque a las torres gemelas. Ambas suposiciones tristes victimas de la ignorancia y de una dependecia en información recibida de medios cada día más y más amarillistas.
¿Qué podemos hacer como consumidores? Ciertamente no tenemos el tiempo ni el interés de investigar una noticia hasta encontrar una fuenta fidedigna, y por eso hemos delegado dicha tarea a nuestros medios. ¿Pero que cuando grupos de interés tan influenciales como el gobierno de los Estados Unidos o la prensa de cualquier país, en este caso México, distorcionan la información dirigida a su público? Ahora si que con la excusa de la libertad de expresión no podríamos hacer nada, porque intentar controlar la prensa es algo que obviamente va en contra de tal. Tal vez el caso del control de los medio por el gobierno puede ser solucionado, pero una cosa hay que aprender de esto, la prensa es omnipotente e intocable y ay de aquel que se meta con ella. Triste resignación…