El miércoles pasado se dio a conocer a la opinión pública la declaración del Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el Lic. Felipe Calderón, con motivo de la entrega de una dizque «Propuesta de Reforma Fiscal» al Congreso:
«La única manera que tiene el Estado para combatir la pobreza es que todos los ciudadanos contribuyan al gasto público…Todos estamos obligados a hacer un enorme esfuerzo en la medida de nuestras capacidades y de nuestra condición social y económica, un esfuerzo para contribuir de manera equitativa a los gastos públicos y poder financiar así las obras que hacen falta, los pozos, los caminos, las obras que permitan mejorar la condición de vida de la gente más pobre».
Una declaración bastante desafortunada y que muestra que Calderón, actuando en contra de los que lo califican de «derechista», más bien parece socialista. Me da mucha pena ver a mi país tan perdido, atrapado por sus mitos que nos impiden desarrollarnos y crear negocios competitivos.
Mientras sigamos creyendo que la solución es que la riqueza se distribuya entre todos, nunca pero nunca se erradicará la pobreza. Nuestros gobernantes tienen décadas repartiendo dinero a los pobres y no han podido disminuir su número.
Peor aun, es desesperante ver que nuestros gobiernos insisten con la idea de que «El bien individual debe sacrificarse por el bien general». Una idea tan absurda como la de pensar que es correcto que en una sociedad de enfermos, se sacrifiquen a los especímenes sanos para que donen sus órganos a los necesitados, todo por el bien de la comunidad.