CIUDAD JUÁREZ, Chih.— “No necesitamos a los soldados, ¡que se vayan!», dijo molesto el hermano mayor de Jesús Enríquez Viramontes, acribillado la medianoche del sábado durante una fiesta estudiantil en el fraccionamiento Villas de Salvárcar, sitio donde un día después se respira desolación.
Con una creciente cifra de víctimas, cuyo número oficial llegó a 16, las autoridades civiles y militares enfrentaron otra aciaga jornada, sin avances en la investigación para la captura de los responsables. Los sectores académico y social condenaron la masacre, que otra vez, puso a Ciudad Juárez en los titulares de los medios del mundo entero.
El alcalde José Reyes Ferriz —único en dar la cara a los medios— habló de cinco llamadas de “gran importancia” detectadas por el sistema de denuncia de Crime Stoppers, a través de la que se ofreció una millonaria recompensa para quien ofrezca datos. Casi a manera de súplica, exhortó a los ciudadanos para que aporten información específica para detener a los criminales.
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