No hay nada peor que la nostalgia y peor aun, la que es inducida por los medios â??espuriosâ? de comunicación con tal de exprimirle unos pesitos más a los que fuimos la primera generación de mexicanos que crecimos pegados a la tele como virtual â??nana electrónicaâ?.
Así pues, mucha gente le da vuelo a sus recuerdos de la juventud perdida donde eran â??rockerosâ? y hablan de lo â??chingónâ? que eran Bon Jovi, Quiet Riot y juran y perjuran que el mejor grupo â??pesadoâ? de los ochentas, fue Guns & Roses.
Cierto es que hoy por hoy, dichas agrupaciones solo se escuchan en bares para cuarentones (como el â??Sixtiesâ? o el â??Liverpool pubâ?, aquí en el D.F.), en alguna que otra fiesta â??temáticaâ? de los ochentas y (por supuesto!) en cualquier Hard Rock Café.
Bien dicen que el tiempo perdona todo â?¦ hasta nuestra juvenil inexperiencia que a más de uno le hizo soñar con dejarse la mata larga, hacerse una «base», meterse en mallas de licra negra, ponerse una chamarra llena de estoperoles, pintarse los ojos y con una guitarra en la mano, conquistar a más de una morra rockera en el tianguis del Chopo. (y si no me creén, preguntenle a Charly Montana)