Seguramente ustedes han visto alguna vez uno de esos documentales donde en Africa o en Guaymas o en alguno de esos lugares remotos, los lugareños danzan desnudos alrededor del fuego para que su dios Ubuntuk haga salir el sol y los perdone por no haber podido derribar con la fuerza de sus flechas al pájaro metálico con ventanitas transparentes que sobrevoló por encima de sus chozas. Y es casi seguro que despues de ver esas cosas, pensaron lo mismo que yo: «Que bueno que vivo en un país civilizado en donde la gente no esta tan jodida».
Pues bien, creo que el asunto merece una segunda opinión ya que ayer me encontraba viendo por televisión los inicios del partido de futbol del que todos hablaban, cuando apareció un señor de esos que tienen acento chistoso al hablar y con más puro estilo de Mufasa con el bebe león Simba, levantó una estatuilla dorada con forma de cono de helado a medio derretirse y la multitud del estadio azteca enloqueció al verlo y comenzó a aplaudirle y gritarle alabanzas a todo pulmón.
Ustedes no estaban presentes, pero si hubieran estado conmigo, me hubieran visto levantando la ceja derecha mientras pensaba ¿En serio estan vitoreando y adorando a una pinche estatuita dorada que representa a un deporte donde ni siquiera es necesario hacer anotaciones para ganar y sus jugadores son casi tan malos para simular sus caídas como los luchadores de la AAA? Y luego seguí pensando ¿Será una mera casualidad que el sonido del público en un estadio de fuckbol sucker sea prácticamente el mismo que se escucha en el campo cuando un enorme grupo de moscas revolotean gustosamente sobre una caca fresca?
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