A donde quiera que miro, solo veo malas noticias y dolor. Desgraciadamente se han acabado los días cuando las cosas malas solo les sucedían en televisión a los ricos famosos y ahora la vida de los ciudadanos regulares es prácticamente una versión engrandecida de la célebre revista Alarma!
Nos enteramos de ejecutados, balaceados, destripados, colgados en los puentes, desmembrados, narcobloqueos y solo nos sorprendemos cuando hay detalles chuscos (el pozolero), cantidades industriales de víctimas o un nuevo escalón de subida en la violencia (carros bomba equipados con C4 y detonador remoto). Ya nada nos sorprende y lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a vivir en un mundo digno de Remi.
Es más, el mismo fenómeno lo pudimos observar en los finales de las series de televisión: Lost se terminó en medio de lágrimas, 24 con la mirada de tristeza de Bauer mirando hacia el satélite de vigilancia, Grey´s Anatomy con la muerte violenta de varios protagonistas de la serie, Fringe con el grito de dolor de Olivia atrapada en el alteruniverso, y los usuarios de televisión por cable tuvimos que sufir para pagar la mensualidad. Como ven, puro drama por donde se le vea.
Algunos expertos en el tema afirman que los mexicanos nos estamos volviendo igual de insensibles que las personas que nos gobiernan, lo cual es ya una posibilidad aterradora. Por mi parte, prefiero pensar que si aguantamos tanto melodrama y sufrimiento diario es porque queremos creer que, como en las series de televisión, al final algo bueno sucederá en la siguiente temporada que compense tantas penurias y que no seamos simplemente parte de las estadísticas.
Cuanta razón tenía Vicente Fox cuando declaró que cuando se fuera, lo ibamos a extrañar.