No importa lo mucho que insistamos los hombres, al final llegaremos a la conclusión de que existen territorios femeninos en donde simplemente no debemos involucrarnos. Digo esto porque hace tres días por azares del destino intente llevarle a mi mujer un simple encargo de supermercado:
– Chanate, aprovechando que ahora que vas a la farmacia, te encargo un paquete de toallas sanitarias.
– Bueno, no hay problema. ¿De cuales?
– Un paquete de estos. Me dijo mientras me mostraba un empaque semivacío.
Siguiendo la ley no escrita que rige las conductas de los maridos mexicanos, donde dice que los hombres no debemos poner demasiada atención a las palabras de las mujeres (Con excepción claro de las mujeres ajenas), me marche con rumbo a cumplir mi misión, cumpliendo fielmente la regla antes citada. Es que… no mames pense ¿Que tan difícil puede ser comprar toallas sanitarias femeninas?
No tenía idea. Al llegar al pasillo correspondiente me encontre con tantos modelos y variedades que termine por olvidar el nombre y forma del empaque que había visto en mi casa. Con alas, sin alas, con media ala, nocturna, diurna, con manzanilla, con aromatizante, sin olor, con desodorante, teen, oldie, combinado con pañal para la incontinencia, a prueba de agua, ultradelgada, anatómica, interna, externa y no se cuantas cosas mas. Nada mas falto que hubiera de diferentes sabores o colores y con dispositivo depilador del área del bikini incluido.
Sobra decir que una simple llamada desde celular resolvió mis dudas y ya aprendí de memoria que modelo debo comprar en el futuro. Aun así, sigo viendo con respeto el intrincado mundo de la higiene femenina como un terreno aun mas inexplorado que el del misterio de ese otro mundo que para muchos hombres nos es desconocido: La lavadora de ropa. : )