Otto Von Bismarck dijo:
«Nunca se miente más que después de una cacería, durante una guerra y antes de las elecciones»
Vivimos unos días en donde al parecer la mentira es el pan de cada día. En todas direcciones llueven acusaciones y réplicas acusando de mentirosos a cuanto político se ponga enfrente y llega a tal grado la confusión que esto genera que para un observador casual o poco informado le resulta difícil decidir a quien creerle.
Ojala vieramos que alguien se anima a promulgar alguna ley que permita juzgar severamente a los que solo «agitan las aguas» y acusan públicamente sin pruebas, sin importar su afiliación partidista o que tanto fuero, o que tan invencibles, manos limpias o indestructibles se autoproclamen.
Cambiando un poco el tema de su orientación política, que a algunos comienza a hartarnos un poco, en 1994 el entonces Papa Juan Pablo II, en su carta apostólica TERTIO MILLENIO ADEVENIENTE decía que «…Reconocer los errores del pasado es un acto de honestidad y valor». Entre esos errores y faltas del pasado se incluyen algunas «pequeñas equivocaciones» como las Cruzadas, el Santo Oficio o Santa Inquisición, la discriminación hacia la mujer y el famoso error de Galileo.
Lo curioso es ver como constantemente, aun a pesar de que algunos actuan y hablan afirmando estar divinamente inspirados o siguiendo una causa justa, cambia nuestra concepción de la realidad ¿Cómo pensaremos dentro de unos años? ¿Miraremos hacia atras y veremos éstos días con nostalgia o con arrepentimiento por lo que pudimos hacer y no hicimos? ¿Diremos Chin, tenía razón el JuanLoko, debí votar por el PRD? o ¿Como no me di cuenta que lo que prometía el Peje era igual de imposible que las promesas de Fox de crecer a un 400% o resolver conflictos mayúsculos en quince minutos? y lo peor ¿Que disculpas dará la Iglesia Católica en el futuro?
Hay que decidir con información y no solo por conveniencia personal. Como dijo Anaxágoras: «Si me engañas una vez, es culpa tuya. Si me engañas dos, la culpa es mía»